jueves, 7 de junio de 2018

LUCY Y EL MONSTRUO



Querido Monstruo:

Ya no te tengo miedo. Mi papi dice que no existes y que no puedes llamar a tus amigos porque ellos tampoco existen. Cuando sea de noche voy a cerrar los ojos antes de apagar la luz del buró y voy a abrazar bien fuerte a mi osito Bonzo para que él tampoco tenga miedo. Si te oigo gruñir en el clóset pensaré que estoy dormida. No quiero gritar como siempre. No quiero que mi papi se despierte y me regañe.

Ya sé que me quieres comer, pero como no existes nunca podrás hacerlo; aunque yo me pase los días pensando que a lo mejor esta noche sí sales del clóset, morado y horrible como en mis pesadillas… Mañana, cuando juegue con Hugo, le voy a decir que te maté y que te dejé enterrado en el jardín y que nunca más vas a salir de ahí. El se va a poner tan contento que me va a regalar su yoyo verde y me va a decir dónde escondió mis lagartijas (siempre ha dicho que tú te las comiste, pero eso no puede ser porque mi papi me dijo que no existes y mi papi nunca dice mentiras).

Voy a dejarte esta carta cerca del clóset para que la leas. Voy a pensar en cosas bonitas como en ir al mar, o que es navidad, o que me saqué un diez en aritmética.

¡Adiós, monstruo!, que bueno que no existas.

Firma:         
LUCY          
 
        

Mi pequeña Lucy:

¿Cómo que no existo? Tu papi no sabe lo que dice.

¿Acaso no me inventaste tú misma el día de tu cumpleaños número siete? ¿Acaso no platicabas conmigo todas las noches y te asustabas con los extraños ruidos de mis tripas?

Todas las noches te observé desde el clóset y tú lo sabías… Aunque nunca me viste conocías de memoria mis ojos, mi lengua y mis colmillos; pues todas, todas las noches me soñabas.

Por eso cuando leí tu carta sentí tanta desesperación. Por eso destrocé tus juguetes y me comí de un solo bocado a tu delicioso osito Bonzo.

Lo juro Lucy, tú ya estabas muerta.

Tenías los ojos abiertos y cuando toqué tu barriguita estaba más fría que mi mano. Seguramente te mató el miedo y yo no pude comerte pues no me gusta el sabor de los niños muertos. Lo único que hice fue regresar al clóset y llorar de tristeza hasta quedarme dormido… ¡Pobre Lucy! ¡Pobre Lucy y pobre monstruo solitario!

Ahora tendré que salir de aquí, alejarme de los adultos que cuidan tu pequeño ataúd y dejar esta carta donde puedas encontrarla… Necesito la risa de un niño y necesito el miedo de un niño para seguir vivo.

Por cierto Lucy, ¿dónde dices que vive tu amigo Hugo?

Atentamente:       
EL MONSTRUO      

2 comentarios:

Unknown dijo...

Hola. Dirá que estoy atrasada de noticias... pero hasta la semana pasada me tocó leer este cuento con mis alumnos de 5o. grado. Generó varios comentarios que, si le parece, le compartiré la próxima semana... saludos.

Gpe. Rdz. dijo...

No tuve la fortuna de leer este cuento antes del día de hoy, tengo 35 años y aún logran ilusionarme algunas cosas de niños, me encantó el cuento, me parece una excelente lectura para que los pequeños con miedo a la oscuridad afronten el paso de lo imaginario a lo que es real.
Gracias por haber compartido la dirección de su blog en Facebook, leeré todo el repertorio,