sábado, 25 de mayo de 2019

SEMANA EN DESORDEN


El domingo nos sonríe, enorme y anaranjado... pocos saben que detrás de su rostro benévolo, está el monstruoso lunes, azul y negro, todo fauces y malsanas intenciones.

El lunes salta esquivando todas las trampas, sus pies de lumbre trazan figuras en el desierto rojo que bulle de insectos. Casi siempre, el cielo del lunes se llena de aviones que le entran por los ojos y le salen por la boca. De sus orejas salen calamares de malvavisco, instantáneos y resplandecientes, que al desaparecer dejan un rastro de nubes.

El jueves, elegante pero discreto, nos mira desde su escondite con un puro apagado entre los labios y una pelota de esponja en la palma de su mano derecha.

El martes no existe: es el lunes disfrazado.

El viernes es una pequeño ataúd donde duerme la crisálida del mundo. Una fuerte descarga eléctrica rompe los cristales del cielo y la crisálida se retuerce, sedienta de mieles y oporto. Afuera las diosas tejen, en silencio, los sueños de todos los hombres.

El sábado es un chocolate envenenado, un tren lleno de explosivos, una ninfa infectada y petulante que baila semidesnuda en la penumbra. Sin embargo, a partir del mediodía le brotan gajos, labios besantes, racimos de alfileres que encienden por dentro los corazones más secos.

El miércoles es un acorazado navegando las aguas del amanecer. En su interior carga especias, telas finas del oriente: y en un camarote secreto: la Bella Durmiente sueña pesadillas. El último miércoles de nuestra vida siempre será feliz y ronronearemos al sol, despidiéndonos del mundo sin saberlo.

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