Siempre
es más tarde de lo que parece: el cosmos se apresura a terminar sus asuntos.
Soy arcano sin número. Danzo en el vientre acuático del aire y mis manos se transforman
en estrellas, en peces trágicos o en palomas picoteando la superficie de las
apariencias. Si cierro los ojos soy un punto en el centro exacto del mapa. La
esfera crece en todas direcciones y sus límites tocan otras esferas que no me
atrevo a imaginar. Mi vida es un ancla y mi corazón un puño de tierra que me
jala hacia la tierra. Por eso vuelo: recorro las situaciones y los días,
conozco las escaleras y los atajos. En el agua, hay frente a mí una puerta de
cielo invisible; en el cielo, hay frente a mí una puerta de agua donde la
muerte es siempre un vuelo interrumpido, un acontecer de silencios y palabras
deshojadas.
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